sábado, 7 de septiembre de 2013

Un viaje desde la vocación y el amor


William Case Morris (1864-1932)



"Pasaré por este mundo una sola vez. Si hay alguna palabra bondadosa que yo pueda pronunciar alguna noble acción que yo pueda efectuar, diga yo esa palabra, haga yo esa acción AHORA, pues no pasaré más por aquí...".


William C. Morris nació en Cambridge, Inglaterra, el 16 de febrero de 1864.
Al fallecer su madre cuando él tenía sólo cuatro años, su padre y sus tres hermanos viajaron a América, y en 1873 se radicaron en una zona rural de la provincia de Santa Fe, Argentina.
Conoció las penurias económicas, pero eso no le impidió desarrollar su amor por la lectura, lo que lo convirtió en un autodidacta.
En 1886, ya con 22 años, se mudó a Buenos Aires, donde en la zona del puerto comenzó a ganarse la vida pintando barcos. 
El barrio de La Boca por ese entonces, era un conglomerado plagado de conventillos, inmigrantes pobres, desilusionados, y de niños que no tenían más perspectiva que la de mayor pobreza, promiscuidad y delincuencia. 
Este cuadro de terrible indigencia movilizó a Morris y con el poco dinero con que contaba alquiló un pequeño conventillo y abrió un humilde comedor para los niños.
En 1898 alquiló  una casa en el barrio de Palermo y continuó la obra que había iniciado años antes. Se acercó a los niños pobres de la calle, les dio higiene, ropa y calzado. Y hecho esto, empezó el verdadero y más importante objetivo: brindarles amor y educación. 

Fundó una escuela gratuita para niños varones que pronto llegó a tener 220 alumnos, y una de niñas que llegó a tener cerca de 200. Al poco tiempo abrió una tercera escuela, y para 1899 sus alumnos ya se contaban en 600.

El 29 de mayo de 1925 fundó el "Hogar El Alba" para niños huérfanos y desamparados. 



El Hogar El Alba es la obra social de Morris de mayor envergadura.
En 1932, año de la muerte de William Morris, albergaba a 350 huérfanos.
Localizada en Longchamps, provincia de Buenos Aires, sigue cumpliendo una importante misión: alberga a 60 chicos de entre 5 y 21 años y tiene un novedoso programa educativo, que incluye clases de cocina y hasta un tambo donde además de la leche se obtienen queso y ricota.
Actualmente la mayoría de los niños son derivados al lugar por situaciones de abuso o maltrato.
En todos los casos cumplen con la escolaridad primaria y secundaria.
La tarea desempeñada es magnífica por lo que resulta difícil relatar desde aquí toda la vida del filántropo. Sugerimos a quien se sienta interesado, pueda conocer más de él, informándose fácilmente desde Internet. http://www.hogarelalba.com/index.php?option=com_content&view=article&id=69&Itemid=59

Esta breve introducción a la vida de William Morris, es simplemente para argumentar la visita hecha al Hogar El Alba por alumnos de la segunda rotación de Pediatría del Hospital General de Niños Pedro de Elizalde, y a quienes acompañé como docente.
Luego de haber observado en las clases de Pediatría algunos casos de maltrato infantil, los alumnos se interesaron por conocer algún lugar que albergara a esos niños.
Hasta allí fuimos el pasado 26 de julio, y además de reconocer que la experiencia será inolvidable, lo conocido nos estimula a seguir por el camino de alguien que predicó con el ejemplo.



Los alumnos queremos compartir humildemente la experiencia que pudimos vivir desde ese lugar. 
Durante la cursada, en Consultorios Externos tuvimos la oportunidad de recibir a una niña que, por motivos de maltrato infantil, estaba alojada en un lugar llamado Aldeas Infantiles.
Ahí nació la curiosidad nuestra acerca de lo que significan esos lugares y gracias a la iniciativa de unos cuantos y al empuje de la docente, Dra. Irma Passarelli, se pudo realizar una visita a un Hogar de Niños: el Hogar El Alba, donde fuimos recibidos con tanta amabilidad, que nos sorprendió.



Los chicos... ¨unos genios !¨ llenos de amor y picardía sana. Esos locos bajitos diría Joan Manuel Serrat, que nos iluminan el alma con su sencillez y pureza.
El personal de la institución irradiaba felicidad, pero la misma volvía duplicada de la mano de los niños.
Gran labor la que desarrollan allí: qué bueno que exista gente como la que conocimos ese día. 



En la cocina con el cocinero
Una experiencia más que grata, una experiencia para no olvidar jamás... y para repetir... siempre!  



Para muchos fue la primera fuera del ámbito hospitalario, el poder compartir con los niños sin un ambo y un estetoscopio. Ir simplemente a estar con ellos y conocerlos un poco, dejando de lado por un momento el conocimiento científico y la necesidad ávida que tenemos de realizar las prácticas médicas.

Fue muy lindo para el crecimiento grupal y personal.
Además de gustarnos el lugar, porque es muy amplio, con mucho espacio al aire libre y lleno de vegetación, mantenemos la esperanza de continuar con la experiencia, realizando lo que tanto nos gusta, que es asistir a los niños como una forma de Servicio, sea en ese Hogar ó donde vayamos la próxima vez.
La actividad nos nació del corazón para poder hacer algo diferente y también para compartir entre nosotros, que muchas veces entre libros y “choices” de Pediatría, no nos es posible.


Muchas gracias a Leandro Del Arco, quien gentilmente nos llevó en su vehículo desde la estación Constitución hasta el Hogar, y quien también disfrutó con nosotros la alegría de la visita.



Parte del tambo, lugar para el ordeñe


Una de las casas donde viven los niños


Panadería

Sala de informática

Dando y recibiendo amor




En la biblioteca

Gracias a Gerónimo y a Gustavo, quienes prepararon estos hermosos regalitos para los niños 

Abriendo los regalitos

Compartiendo con los chicos


Los rostros llenos de alegría
Muchas gracias también a este blog de la Casa Cuna, por permitirnos compartir esta experiencia.


Saludos cariñosos de los alumnos de Pediatria de la segunda rotación 2013, en el Hospital Elizalde, lugar de donde llevaremos por siempre el mejor de los recuerdos.

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