domingo, 24 de marzo de 2013

"Felices Pascuas"






¡Las Pascuas, Francisco y nosotros!

Soplan buenos vientos de cambio que propician el enriquecimiento espiritual y el ecumenismo. En estas Pascuas estamos recibiendo mensajes de amor, de concordia, de paz y de esperanza. El Papa Francisco nos invita a todos a reflexionar sobre nuestra forma de vivir, de comportarnos con nuestros semejantes, sobre el odio, las guerras y las vanidades, que en definitiva nos mueven hacia la soberbia y la superficialidad, produciendo un brillo tan intenso que a veces nos impide ver el camino correcto. Nuestros semejantes son tanto o más valiosos que nosotros mismos para la humanidad. Un médico que nos cura de una dolencia, pasa a adquirir ante nuestros ojos una relevancia diferente, muchas veces magnificada y otras tantas vituperada. No nos sintamos jamás superiores a nadie, porque no lo somos. Si tenemos un título universitario, un cargo jerárquico o un talento determinado, eso solo nos valida en esa especialidad pero no nos hace mejores o peores que otros que no lo tienen. Aprovechemos este momento tan especial para los argentinos, más allá de nuestras creencias religiosas. Aprendamos a perdonar y pidamos perdón por nuestras ofensas a quienes hemos ofendido, buscando reparar el daño ocasionado. Son muy ricos los huevos de chocolate, las reuniones familiares con comidas abundantes bien acompañadas por alguna sabrosa bebida. Pero hay algo mucho más importante para los que somos creyentes. Ninguna fiesta religiosa debe ser excusa para comilonas y festejos desmedidos, porque perderíamos la esencia de la misma.
A los más jóvenes los invito a estudiar, capacitarse y prepararse para los duros tiempos que nos esperan. Ustedes son los que deberán producir el cambio que nosotros no fuimos capaces de lograr. Tengan fe y esperanza, pero agréguenle esfuerzo, sacrificio y determinación. No se encolumnen detrás de falsos líderes que los llenarán de promesas generalmente incumplidas.
Y por favor, nunca olvidemos poner un cubierto más para aquel que está presente siempre que lo necesitamos: Jesus, quien comparte cada momento de nuestra vida y al que invocamos siempre en el dolor y pocas veces para el agradecimiento por los dones que recibimos desde el mismo instante de la concepción.
Unamos nuestras oraciones pidiendo por los necesitados, no solo por sus carencias materiales sino también por las otras, las espirituales, ya que la fuerza que nos da la fe y la esperanza nos permitirá afrontar exitosamente las tormentas que empañan y muchas veces destruyen nuestra vida. Sólo unidos por una convivencia solidaria y mancomunando esfuerzos, seremos capaces de revertir la caída moral, social, económica y cultural que nos proponen, haciéndonos deslizar inadvertidamente por el tobogán del enfrentamiento y el fanatismo que es alimentado por el odio, la excesiva ambición, la corrupción y la envidia.
Como argentino que soy, estoy orgulloso de tener un Papa argentino, al que tengo en mis oraciones diarias pidiendo al Señor que lo ilumine en sus decisiones, le de fuerzas y le allane el camino para llevar a la Iglesia al lugar que nunca debió abandonar: al lado de los pobres, los carenciados, los enfermos y los humildes.
Les dejo un abrazo para ustedes y sus familias y que Dios los bendiga.



“Felices Pascuas”

 

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