jueves, 20 de mayo de 2010

Irma Passarelli: LA CASA CUNA Y EL BICENTENARIO


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LA CASA CUNA Y EL BICENTENARIO


Doscientos años cumple nuestra patria.
Cúantos temas para pensar en el bicentenario. Y entre esos temas surge inmediatamente la presencia de un lugar común para nosotros: el hospital.
La Casa Cuna nació mucho antes que la patria y fue creciendo con ella.
Se llamó en un principio Casa de Niños Expósitos, con el correr del tiempo se la llamó Casa Cuna, y actualmente es el conocido Hospital General de Niños Doctor Pedro de Elizalde.
Sus inicios como Casa de Niños Expósitos se remontan al 14 de julio de 1779, siendo creada por orden del virrey Vértiz, según consta en la documentación del Archivo General de la Nación.



En ese entonces urgía su existencia por la cantidad de embarazos no deseados, muchos de los cuales llegaban al lamentable hecho de convertirse en recién nacidos abandonados.
La institución tenía por finalidad el amparo, el cuidado y la educación de los niños allí albergados.
Fue destacable la labor cumplida por las “amas de leche” quienes amamantaban a los lactantes, y la de “las amas de cría”, quienes estaban al cuidado de los niños mayores.





Pasaron por esa Casa figuras ilustres, como la del pintor Quinquela Martín, a quien lo dejaron en el torno existente en la entrada del lugar, y fue criado allí hasta su adopción por un matrimonio residente en el populoso barrio de la Boca.





Pasaron también médicos eminentes, quienes se abocaron con esmero a la atención brindada a los niños.
Dejó entonces de ser la Casa de Niños abandonados para convertirse en Hospital de Niños.
Pasaron administrativos, enfermeros, voluntarios en general, que en actitudes permanentes de servicio entregaron lo mejor de sí en pro de la niñez.
Es admirable observar la evolución de la tecnología: algunos materiales ya no se esterilizan sino que se descartan.
Los aparatos para realizar estudios complementarios dejaron de usarse manualmente: ahora son automáticos.
Entonces, mirar al actual Hospital de Niños desde la distancia, pensando en el Bicentenario de la República Argentina, muestra un camino muy largo, sorprendente por los grandes cambios, pero con un denominador común: el inmenso amor hacia los niños.
Tanto en el pasado como en el presente, a todos nos une un solo propósito: la búsqueda de una niñez sana y feliz.




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