lunes, 23 de noviembre de 2009

6) María Maringolo:"RECUERDOS DE LA INFANCIA PARA NO RECORDAR"


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19 Noviembre Día Mundial
para la Prevención del
Abuso contra los Niños
CEID
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Marcelo Javier de los Reyes – Irma Passarelli (compiladores)
19 Noviembre. Día Mundial para la Prevención del Abuso
contra los Niños
Edición electrónica
Centro de Estudios Internacionales para el Desarrollo - CEID
Buenos Aires , Argentina


RECUERDOS DE LA INFANCIA PARA NO RECORDAR

María Maringolo



Los recuerdos de la infancia son recuerdos que nos quedan grabados

para toda la vida. Son recuerdos que nos marcan.
Tengo recuerdos de mi infancia que no me gustaría recordar pero
lamentablemente siempre van a estar en mí.
Compartiré alguno de ellos porque de esta manera siento que estoy
ayudando a concienciar a los mayores, que bien pueden ser los padres, para que otros niños no queden marcados de la misma forma que me marcaron a mí.
Tenía ocho años, estaba en cuarto grado, y me dieron como tarea armar
el árbol genealógico.
Realicé la tarea con mucho entusiasmo como lo hacía siempre, sin saber
que iba a estar develando un secreto.
Cuando le presenté la tarea a la maestra, ella me dijo que estaba mal
hecha, porque los apellidos de mi mamá y de mi papá eran iguales.
Me puse muy triste porque siempre hacía bien las tareas escolares.
Cuando llegué a casa pregunté nuevamente los apellidos y me
respondieron de la misma forma que anteriormente. Entonces expliqué lo que me había sucedido en la escuela.
Ese día se convirtió en un día inolvidable en mi vida: me dijeron que
quien yo creí mi madre durante ocho años, en realidad era mi tía.
Un poco más grande, ya tenía once años, mi papá se casó. Fue un día
muy lindo, de fiesta y de alegría.
Pero los recuerdos para no recordar comenzaron con la convivencia.
La paz de la casa se transformó en maltratos físicos y verbales. Fue muy
feo ver a mi papá golpeando a su esposa.
Recuerdo un día en particular. La esposa de mi padre estaba embarazada y con mi hermanita de casi dos años en brazos (era el primer hijo de esta pareja). Él la tomó de los cabellos y comenzó a golpearla.
Lo único que supe hacer fue llorar.
Soporté muchas situaciones difíciles y recién a los quince años tomé
coraje y pedí ayuda a mis padrinos y a mi abuela. Ellos fueron los que me
ayudaron y acompañaron a lo largo de mi vida.


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Entendí que tengo derecho a no ser engañada, a que no me mientan, a

conocer mi identidad, a crecer creyendo en los demás, sin rencores.
He formado una hermosa familia. Tengo un buen esposo y una hijita
para mí, incomparable.
Es muy duro contar estas experiencias vividas pero tal vez sirvan para
salvar a un niño, o para que algún adulto que conozca situaciones semejantes, se acerque a ese niño y le tienda una mano. De esa forma podrá sembrar en el corazón del pequeño “recuerdos para recordar”.


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